Shilencio no es un lugar, ni un evento, ni un club social para “ver y ser visto”.

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Shilencio es una ceremonia, un zendo, un ritual íntimo en tiempos de distracción y ruido.

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Shilencio es un refugio para romper con la rutina, el ritmo y el ruido de tu miserable vida.

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Aquí el vinilo es religión. Aquí se escucha música, se baila, se aplaude, y se calla. Aquí no vienes a tener las conversaciones de siempre, a ponerte al día con tus colegas, a decirnos a qué te dedicas o a desahogarte sobre el cabrón de tu jefe. Para eso vete a terapia. O llama a tu madre (Ella lo agradecerá). Aquí se viene llorado, charlado y desfogado. No hay banda. Todo es una grabación. Y, sin embargo, no vivirás algo más real en tu puta existencia.

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Bienvenidos al club para bailar y degustar vinilos mientras guardas puto Shilencio.